Ahora que estamos en pleno horario de invierno, esto es lo que pasa las tardes que tengo entreno justo cuando salgo del trabajo con el tiempo justo.
"Vale, ¿lo llevo todo? Sí. Pues venga. ¡Vámonos!
¿Cuánto tardaré en llegar a casa?
Unos 20 minutos sería genial... Es igual no pienses en eso ahora.
Ponte el casco ya, mientras caminas hacia la moto. Así ganarás un poco de tiempo. El guante izquierdo también, así aún te quedará la mano derecha libre para poder coger las llaves del bolsillo del pantalón.
¡Vamos!
Arranca preciosa, sé que hace frío y ahora te cuesta más, pero no me falles hoy. Pronto tendremos vacaciones, te revisará "El Angelillo" y te pondrá a tono. ¡Bien! Qué buena eres. Ahora tienes 10 segundos de ralentí para entrar en calor mientras me ajusto este otro guante."
Guante derecho enfundado. Me subo encima de la moto: empujón, caballete abajo, gas y nos vamos.
"¡Joder! tengo que poner en hora el reloj de la moto. No sé qué hora es exactamente...
Bueno, parece que hoy el tráfico me va a dar un respiro...
...Vale, ya hemos llegado... ¡Hostia! El pirulo de la plaza marca 7ºC, ¿qué ropa me pongo?"
Entro en el portal y subo las escaleras de dos en dos hacia el piso mientras me voy quitando los guantes, el casco y abriendo la chaqueta.
"Hola cariñete, ¡ya estoy en casa!"
Después de darle un beso desaparezco como alma que lleva el diablo y ella se queda pensando si ha besado a su marido o aquello que relampagueó delante suyo era un fantasma.
Miradita al reloj:
"27 minutos desde que apagué el portátil hasta que dejo los bártulos."
Pienso en como podría rebajar esta marca...
"Bueno mejor lo pienso encima de la flaca, ahora toca cambiarse y vestirse de romano."
Vuelve el dilema, ¿qué ropa me pongo?
No hay ni rastro de la palabra erotismo en el desnudo que protagonizo. Pantalón fuera, todas las prendas de arriba también, éstas me las quito todas juntas. Lo desparramo todo encima de la cama
"Cuando vuelva lo recojo".
Menos los calzoncillos y los calcetines que lanzo al cubo de la ropa sucia rememorando mi niñez como jugador de baloncesto. Voy acelerado, el tiempo me apremia. ¿Por qué recojo sólo esas prendas? Ni yo consigo descifrar el funcionamiento de mis neuronas. Cuando proceso un pensamiento inmediatamente es sobreescrito por el siguiente.
"7 grados, 7 grados... ¿Me abrigo del todo? No, que luego sudarás demasiado... Pero estos entrenos son de base y no te vas a dar calentones así que mejor ir abrigado... Vamos a ver qué tengo limpio porque fijo que toca salir con lo justo...
Vale, térmica y chaqueta arriba, y perneras abajo."
Una vez vestido, vuelta a mirar el reloj: 16 minutos más.
"Aquí seguro que puedo rebajar tiempo si me dejo la ropa lista la noche anterior... Pero sin saber que tiempo hará luego...
¡Joder! No está montada la linterna en el casco y tengo que hinchar las ruedas."
Lleno los bidones y me recreo como si estuviera tirando una caña de cerveza.
"Ahora sí, ¡váaaaaamonos!"
Desde el recibidor, mientras me pongo los guantes, casco y gafas, antes de abrir la puerta le digo a mi mujer el tiempo de entreno programado y la hora aproximada de mi regreso.
Bajo las escaleras con la flaca a cuestas (en esta situación no me parece tan flaca). Vuelvo a estar en el portal, miro el reloj y han pasado 50 minutos desde que salí del curro.
"¿Qué podría hacer para descontar minutos?"
Conecto el Garmin, estoy a punto de explotar por la tensión, ni siquiera escucho la sirena de una ambulancia, sólo el pitido del Garmin me hace volver a conectar con la realidad. El click de la cala derecha encajando en el pedal descarga toda la tensión acumulada. Mi cuerpo ya está unido a la bici. Noto como empiezo a segregar endorfinas, las puedo notar recorriendo mi cuerpo. Enfilo calle abajo, tras las dos primeras pedaladas noto el aire sobre la piel de mi cara y como se me escapa una sonrisa. El resto es puro misticismo y recogimiento sobre los pedales.
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